¡Buenas, queridos y queridas cuarentenials!

Quince días, dos semanas, una quincena... llamadlo como queráis, pero todos esos son los días que llevamos metidos en casa, unos con más suerte que otros por contar con patio, terraza y/o jardín, pero todos ahí, dando forma al sofá, o puliendo todos los ingredientes de los armarios para hacer esas recetas para las que nunca tienes tiempo y ahora quieres hacer; o dando una y otra vez a todos los vídeos de YouTube que ves con rutinas de ejercicios en casa y que abandonas a los 3 minutos...
¿Y que, alguien ha decidido poner orden a sus armarios? Y no, no me refiero a hacer el cambio de estación, ahora que parece que nos hemos encerrado en casa con los plumas y cuando salgamos lo haremos en manga corta (nunca la ropa de entretiempo nos duró tanto y tan poco a la vez, verdad?). Me refiero a poner orden de verdad, tanto que cuando lo termines mirarás con orgullo, te darás un beso en cada mejilla a ti mismo, y pensarás: bravo, tu armario ya puede salir en los catálogos del Ikea.

Que no cunda el pánico, no vengo a recomendaros que leáis el libro de Marie Kondo, del que seguro habéis oído hablar más de una vez, ni yo misma lo he leído... Solo vengo a contaros, ahora que tenéis todo el tiempo del mundo, como tengo yo de organizados los míos, con trucos y productos que os ayudarán a tener ese armario soñado de catálogo de revista de decoración.  
Tenía este tema en mi lista de posibles del blog, y la verdad es que me parece un tema bastante adecuado ahora mismo, todo lo que sea ocupar el tiempo nos vendrá genial; que no todo van a ser bailoteos en el salón y deberes con el ordenador, ¿verdad? Podéis decidir organizar una habitación cada día, incluso que os ayuden los peques a organizar los suyos, y así no volverán a preguntaros nunca más: mamáaaaaa, ¿dónde están los calcetines?  y os veáis obligados a contestar esa gran frase que da título a mi blog y a la entrada de hoy: como vaya yo y los encuentre... 
Primero, y aprovechando que estamos en cambio de estación, podemos aprovechar y hacer limpieza de ropa, aunque dejéis esa chaqueta vieja y tan cómoda que seguro que os estáis poniendo tanto estos días (que os veo por un agujerillo).
 Esto es muy fácil de hacer, al menos para mí. Es cuestión de hacerse varias preguntas...
¿Me vale? Respuesta fácil, ¿verdad? Que sí, que yo también dejo cada año prendas que me gustan mucho y me quedan algo apretadillas, pensando en que ya adelgazaré esos kilos que me sobran para que me quede bien otra vez. Pero esa prenda que llevas ya guardando 3 primaveras, retírala, en serio. 
¿Me la he puesto la primavera pasada más de dos veces? No... Piénsatelo. ¿Seguro que quieres seguir aplastando camisetas en tus cajones poniéndote siempre las mismas 4, colada tras colada...? Si quieres, puedes quedártelas, y el año que viene hacerte la misma pregunta, así hasta que decidas que donando la prenda haces una labor mucho mejor que seguir doblándola estación tras estación y colocándola al fondo del cajón. 
Aunque ya os digo que con el método que yo utilizo no existen las palabras aplastar ni fondo de cajón…
Y bien, una vez que tengáis claro lo que queréis conserva y lo que no, vamos a empezar colocando la ropa.
Una vez leí un truco para saber de forma real la ropa que te pones durante una temporada y la que no. En este caso, la que va en perchas. Se trata de colocar todas las perchas mirando hacia el mismo sentido, si sois maniáticos como yo, será fácil, siempre las tengo mirando hacia adentro. Y luego, a medida que te las vas poniendo colocar las perchas hacia fuera. Cuando acabe la temporada, observa tu armario, ¿ves esas perchas que siguen hacia dentro? Retíralas… han pasado 3 o 4 meses y no te has puesto nunca esas prendas. Y si vives en Castilla como yo, que el invierno dura más de 6 meses, la respuesta es más clara… La verdad es que yo no lo hago, porque nunca me acuerdo, pero me parece que proponérselo y hacerlo es una buena forma de vaciar un poquito nuestros armarios.
Aunque el tema que nos ocupa va más dedicado a los cajones, baldas y demás oquedades que a veces miramos con horror deseando que un duende nocturno haga chas y lo coloque en un minuto. Reconócelo, tú también has deseado que ese duende entre en tu casa en alguna ocasión… ¿Ves? Te has reído… lo sabía.

Cajones… esos grandes portadores de camisetas arrugadas, ropa interior hecha una bola y prendas sin clasificar que nos traen por la calle de la amargura. Bien, lo primero que tenemos que hacer es medir el susodicho, y más o menos calcular cuantas filas de camisetas nos van a caber. O jerséis, o calcetines, o lo que vayáis a colocar. Personalmente soy fan de los cajones para todo tipo de cosas, las baldas me parecen menos útiles, aunque con mis truquis también las amaréis.

Os voy a enseñar fotos de los cajones del armario de mis hijas, y también del nuestro, para que veáis que se puede hacer sea cuál sea el tamaño de la prenda, y mira que mi señor esposo utiliza la Xl o XXL incluso.
La cosa es doblar la camiseta normal, y hacer un último doblez para que quede más pequeña, haciendo un rulo, de forma que colocamos en el cajón una detrás de otra, teniendo siempre a la vista todas las prendas. Y esto sirve para camisetas, pantalones, jerséis, calcetines… lo que queráis. Seguro que ya lo conocíais, ¿verdad? Aquí una foto de mis cajones, que visualmente se hace todo mucho más fácil.


En el caso de los armarios de mis hijas tengo colocados unos organizadores de cajones que venden en Ikea, que van divinos de la muerte para ordenarlo un poco más. Pero no sufráis, ¿no podéis ir a Ikea esta tarde? Lo sé. ¡Coge todas esas cajas de zapatos que guardas en el trastero y utilízalas! También te sirven. Y además te sale de gratis ;)


    En cada cajón tengo un organizador y en el hueco que queda al lado prendas más gruesas, como jerséis, por ejemplo.



    Combinando diferentes organizadores puedes tener la ropa interior así de bien, y a ellas les facilita mucho la tarea de la hora de cogerlo e incluso colocarlo. 


    Este organizador es un específico de Ikea en la sección infantil, los huecos son más pequeños, y caben bastantes cosas.


   En este caso se trata de un hueco de armario, donde tengo el organizador normal con camisetas. Solo tienes que sacarlo y elegir la que quieres sin descolocar el resto. 

Y estos organizadores de los que os hablo (hay varios modelos, de diferentes tamaños para adaptarse a cualquier armario, solo basta con poner ‘cajas o cestas armarios’ en el buscador de la web de Ikea y te salen todos los que hay, las mías son el modelo ‘Stuk’ y las del armario de las niñas las que hay en la sección infantil especial para ellos, con apartados más pequeños) para las baldas van de lujo. Puedes ver en menos de un segundo cuál es la camiseta que tienes al fondo de la balda a la vez que ves la del medio y la primera. ¡¡Digamos no a los fondos de armario!!


Este es uno de los huecos de nuestro armario, con dos organizadores llenos de camisetas del maridín. Así caben muchísimas más que de cualquier otra forma


Y el baño… ay el baño, que gran portador de productos a medio acabar o inútiles que guardas por pena. Pero si tienes cajones, que seguro que sí, puedes hacer exactamente lo mismo, con cajas más pequeñas u organizadores de plástico que venden en todas partes. Incluso hacerte botes, como yo, con los tarros que se vacían cada día en tu cocina… es cuestión de echarle imaginación y hacer el tetris con el espacio que tengas. 


    Cajas, más botes más botes sueltos. Todo a la vista y todo al alcance.

¿Y qué me decís de la idea de meter las pequeñeces que tenemos en todo escritorio en un organizador de cubiertos? 




 ¿Y esas cajas de fresas de madera tan monas? Podría decirse que mi casa es la casa de las cajas de fresas, jaja, o incluso de gambas, aunque de esas menos que no se comen tan a menudo, jaja. Una mano de pintura, unos cartelitos y ya tenemos organizado lo que queramos: pinturas, los peines, las colonias! Mira las mías...



 ¿Veis lo fácil que lo tengo para limpiar el polvo debajo sin tener que levantar una por una?

Y todos estos trucos podéis aplicarlos a cada rincón de vuestra casa…
 Yo tengo cajas hasta en el frigo, que me hacen tener todo más accesible y así no olvidar ese bote de mermelada abierto al fondo del todo que hay en todas las casas, por ejemplo. Sí, en la tuya también, no te rías...
 Venden organizadores para todo, y por supuesto hay mil formas de hacerlos en casa con lo que tengáis, idea muy buena, por otro lado, de practicar las manualidades estos días con vuestros retoños, que siempre os pueden ayudar. Os paso algunas ideas fáciles, todas sacadas de Pinterest, mi fuente inagotable de inspiración... 



¡¡Venga, que ahora todos tenemos excedente de rollos de papel higiénico!!


Estos cajones son nivel Dios, realmente los envidio...


Separadores hechos con cartón... 



Y esto es todo por hoy. Del armario de los tuppers ya hablamos otro día, ¿vale?
Cuidaos mucho, cuidad de los vuestros, seguid en casa y recordad solo una cosa... Todo va a ir bien. 

Besos, Maria Kondas mías.  

Yess
Chapas y confinada

¡Hola, queridos reclus@s de vuestros hogares repletos de aburrimiento!

A ver a quién de nosotros nos van a preguntar dentro de 10 años que si nos acordamos de la primavera de 2020 y vamos a decir que no, ¡ja!
 Y no, no será porque España ganó Eurovisión (no sabes qué favor te hicieron, Blas, me encantas) O porque miles de turistas invadieron Sevilla para ver sus procesiones. Pero pensad en positivo, este año ningún andaluz estará pendiente del cielo el día de Viernes Santo!
 Esa primavera sucedió algo que supondrá un antes y un después de, me atrevo a decir, todos nosotros. Desde los más pequeños, que no entendieron porque tuvieron que dejar de ir al cole, a los parques de repente, para quedarse en casa sin salir porque un bicho malo estaba en las calles esperando, hasta los más mayores, que sufrieron ese período muchos en soledad y todos sin entender cómo el ser humano, que se cree tan poderoso y con tantos recursos a su alcance pudo llegar a ser tan vulnerable y convertirse en el más indefenso de los seres vivos...

 Ese año fue cuando la naturaleza pudo recuperar un poco de lo que el ser humano llevaba años robándole, y cuando el cielo volvió a tener el más intenso de sus azules libre de polución. 

Supongo que también fue el año en el que todos volvimos a leer, a recuperar aficiones aparcadas por la loca maternidad o el trabajo, a echar un poquito el freno, y nos bajamos de la vida, como tantas y tantas veces habíamos deseado...
Y aunque fue de forma obligada, sí, en el fondo sé que en parte todos agradecimos este ejercicio de 'saneamiento' interno, y haber curado entre todos un poquito al Planeta Tierra al que tantos años llevábamos maltratando. 

Sé que estoy hablando desde el futuro, pero es algo de lo que estoy tan convencida, que me atrevo a decir que lo que escribo ahora se confirmará casi al 100% mañana, y al otro, y cada día un poquito más...
Y en este camino, en el proceso, vamos a intentar reconducir nuestra mente hacia lo positivo, a alejarnos de la avalancha masiva de noticias y a aprender algo de todo esto, ¿no? 
Así que aquí estoy yo para enseñaros otra receta fácil y saludable, para que esos menús en estas semanas no sean tan aburridos como nuestra estancia en casa. 

Hoy os traigo una cremita de calabaza asada y pera con la que si no os chupáis los dedos es porque no nos deja el gobierno. Vamos a por ella!

Ingredientes (para 3-4 aprox)

-Unos 800 gr de calabaza.
-2 -3 peras de conferencia según tamaño.
-1 cebolla normal.
-1 yogur natural
-Caldo de verduras
-Sal, pimienta, aove, semillas

1. Primero partimos la calabaza en trozos grandes, pelamos la pera y la cebolla.

2. Ahora ponemos un papel de horno en la bandeja y ponemos todas las verduras. Metemos al horno precalentado a 180º durante una media hora, hasta que veais que la calabaza está blandita.


3. Metemos todo en la batidora, añadimos sal, pimienta negra, un buen chorro de aove, caldo de verduras y un yogur natural (o podéis añadir quesitos, leche evaporada, nata... según os guste más o menos calórica, jaja). La cantidad de caldo irá en función de como os guste de espeso. Batir hasta conseguir una crema lisa. 
Servir y echar un chorrito de aceite por encima y semillas variadas. Yo le añadí también pipas de calabaza, me encantan con la crema de calabaza.



Y con trocitos de pan de pueblo como el que se ve al fondo ni os cuento como está... 


Y nada más, tengo pendiente entrada esta semana, pero me vais a disculpar, tengo que estar en casa 24 horas y ¡no encuentro el momento! 

Yess
Chapas y ahora confinada
Buenos días, o mediodías o lo que quiera que sea cuándo estés leyendo esto...


Vaya semanita que llevamos, ¿eh? No voy a ni a pronunciar la palabra, porque probablemente os salga por las orejas, como a mí. El mundo de las redes sociales 2.0 me parece uno de los mejores inventos, ¡sin duda! pero oye, cuando recibes audios, artículos, noticias, fotos... en 3 o 4 grupos diferentes, muchos de ellos repetidos, y no sabes cuáles creerte y cuál no, terminas al final del día llamando a tu hija coronavirus y metiendo los tenedores en la lavadora porque tu móvil no para de sonar y recoges la mesa mientras lo miras.
Por eso yo ayer dije basta; después de una mañana y tarde entera viendo como unos decían y después otros desmentían noticias, decidí no escuchar ningún audio más recibido por whastapp, y coger pinza artículos que no fueran oficiales, aunque a la vista está que es bien fácil falsificarlo y seguir con tu vida normal comiendo pipas en el sofá...
En fin, que ante los acontecimientos que se avecinan lo único que nos queda es cocinar, queridas y queridos todos. Además, para que no penséis que solo tengo verdura en el frigo, hoy os traigo un bizcocho de chocolate y calabaza que, sinceramente, no creo que os dure ¡ni media cuarentena! y lo mejor, lo de siempre, súper saludable sin harinas ni azúcar refinado. Oleeeeee!!
 Ahí vamos. En este caso la receta también la saque de Instagram, aunque hice modificaciones y quedó riquísimo.

Ingredientes:

-4 huevos
-100 gr. de harina avena
-100 gr. de harina de almendra
-10 gr. de levadura
-200 gr. de calabaza asada.
-20 gr. de cacao puro.
-100 ml de leche, la que tú quieras, yo eché semidesnatada.
-60 gr. de chocolate (mínimo al 70%)
-Endulzante deseado (yo eché 100 gr, de azúcar de coco, pero si sois golosones podéis echar más o el azúcar que uséis...)

1. Primero vamos a mezclar todos los secos en un bol, y mientras yo lo que hice fue montar las 4 claras a punto de nieve, hay que ahorrar tiempo, ya sabéis! yo no tenía harina de avena, pero se hace muy fácil triturando los copos en un robot potente...



2. Después, retirar las claras y batir en la jarra las yemas con el endulzante, la calabaza y la leche. cuanto más se bata, mejor. Que doble el tamaño y salga muy espumoso.

3. Mientras vamos derritiendo el chocolate, y lo añadimos también a esta mezcla, y volvemos a batir. 


4. Y ahora llega el momento de mezclar todo. Primero añadimos la harina en la mezcla de los húmedos, y batimos un poco, pero no demasiado, solo mezclar. Si os fijáis bien se aprecian puntitos de la avena, porque no lo trituré demasiado, a mi no me importa encontrarme trocitos. 



5. Y por último vamos a añadir las claras montadas poco a poco, y como suele decir, con movimientos envolventes, para que no se bajen.





6. Y el paso final, al horno precalentado a 180º, durante unos 35-40 minutos. Vais comprobando pinchando con un palilllo, pero nunca abrir el horno antes de 25 minutos. ¡¡Y a comer!!




La textura es un poquito húmeda, pero es así debido a la calabaza... podría considerarse un pastel?Hmmm, seguramente sí, podríamos llamarlo bizcotel, jiji. 

Nada más por el momento, hasta más ver. Y recordad, lava mucho tus manos y los besitos al aire.

Yess
Cocinera dicharachera





Queridas compañeras de fatigas, hoy vengo a hablaros de un temita que, seguro que habéis leído o escuchado últimamente, la disciplina positiva.
Coged un bol de palomitas que se avecina tostón, y si no tenéis sueño leedme y verás que pronto apagáis la luz, jajaja.

Esto de disciplina positiva suena como a términos contradictorios, ¿verdad? ¿se puede realmente impartir disciplina a un niño de forma positiva. Sí, queridas, se puede. O eso dicen muchos estudios, y también decía Adler, psiquiatra infantil allá por los años 20…
¿Cuántos de nosotros somos de la generación del azote? Me atrevería a decir que todos… ¡pero si hasta tenemos frase de madre patentada en relación a ello! La de veces que habremos escuchado aquello de como sigas llorando, verás cómo te doy y lloras por algo... ¡yo unas cuantas! Pero no culpo a mis padres, ellos también son de esa generación, incluso muchos hoy siguen pensando eso de: ¡este niño está a falta de un buen azote!
¿Piensas lo mismo cuando ves a algún adulto haciendo algo indebido en la calle? Sí, piensas… vaya torta le daba (estamos en horario infantil, acordarse), ¡pero nunca se la das! Pensadlo…


Es un tema delicado donde les haya, porque ¿quién soy yo para meterme en como educa cada uno a sus hijos? Nadie, ya os lo digo yo. Pero tal vez, solo tal vez, si nos cuentan las cosas de forma lógica entendamos que un azote, por mucho pañal que haya por medio no sirve para educar y que nuestros retoños y retoñas, tan revoltosos ellos se comportan como lo hacen porque tienen que hacerlo, son niños, ¿qué esperabais?
Que sí, que sí, que cuando mi hija mayor era pequeña reconozco que algún cachete se ha llevado. Hasta que empecé a leer argumentos aplastantes contra esta forma de educar, y dejé automáticamente de ejercer ese tipo de fuerza física sobre ella. Sí, sí, que lo llamamos azote, pero en realidad estamos ejerciendo fuerza física sobre una persona más débil que nosotros, por muy flojita que suene la palabra azote.

Google imágenes


Quienes me conocéis seguro que pensáis, claaaaaro, es que tu hija es una santa, siempre te lo ha puesto muy fácil, nunca se porta mal… Si lo hace, creedme, y ni os quiero contar ahora que está entrando peligrosamente en la temida pre pre adolescencia, ¡mátame camión!

Pero no, esto no va de niños buenos o malos, esto va de niños, sin más. Es verdad que si tu hijo o hija se porta como ‘se espera de él’ no tienes que recurrir a el azote, la amenaza, el castigo, los gritos… y todo lo que la disciplina positiva nos aconseja no hacer. Pero ante esto yo me pregunto, ¿Qué esperamos de ese comportamiento? Sencillo. Que se coman todo, que obedezcan a la primera, que no se muevan en un restaurante, que se laven las manos cuando se lo pides, que no se peleen con su hermano o hermana, que bla bla bla. ¡Para, para! ¡pero qué aburrimiento! Yo así paso de ser niña, de verdad…

El reto real está en nosotros, en nuestra reacción a sus comportamientos, no en que ellos se porten bien y sean niños modelo.
¡Cachis! Ya me estoy liando otra vez… voy a ver si cuento un poco sobre qué es la disciplina positiva y como estamos intentando seguirla en casa, y que cosas nos funcionan muy bien; aunque tranquilos, no soy una súper madre, a veces las grito, y a veces estoy tentada a castigarlas, aunque cada vez consigo hacerlo menos. ¡Yeah! Michelle nos lo pone más fácil, sí, pero Laia… amárrense las enaguas, ¡que aquí mi amiga es de armas tomar!


Después de explicarle que no se puede pintar en las paredes, sino en el papel, le dijimos que tenía que limpiarlo. Fue a por un trapo e intentó quitar todo lo que pudo. No la castigamos, ni la gritamos, y aún así aprendió que no debe pintar en la pared porque después tendrá que limpiarlo... ¿y a qué niño le gusta limpiar?


Bien, pues la disciplina positiva se basa en la comunicación, el amor y el entendimiento y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares. Es un enfoque que no incluye ni el control excesivo ni la permisividad. Se basa en el respeto mutuo y la colaboración.  Como dice Jane Nelsen en su libro, ‘Como educar con firmeza y cariño’, que pienso comprarme ya: de donde sacamos la idea loca de para que un niño se porte bien primero tenemos que hacerlo sentir mal.  Tiene lógica, ¿a qué sí?
 Pues sí, suena lógico, pero madre mía, que difícil es a veces controlarse cuando tu hija arranca un trozo de papel de la habitación de su hermana puesto hace menos de un año. O cuando sale corriendo por la acera y no para, aunque le grites que lo haga porque la va a pillar un coche… Como dicen muchas pelis, esta historia está basada en hechos reales, los de mi hija pequeña, jajajaja.

 Y nada, ahí te ves intentando explicarla, poniéndote a su altura, siempre poniéndose a su altura, fundamental, sino somos el gigante contra la hormiga, que no puede arrancar un trozo de papel de la pared porque su hermana se pondrá triste y que si cruza la carretera ella sola puede que un coche venga deprisa y le haga mucho daño, y entonces también nos pondríamos tristes.
Esto es un tema muuuuuy largo y con muchos puntos, incluso de largo debate. Pero básicamente hay unas premisas básicas y claras que pienso que todo padre puede seguir, y que nos llevan al resto, así como un efecto dominó, pero de los que tiran todas las fichas, ¿eh?

 Google imágenes

Nosotros, como ya comenté más arriba, tenemos cosas muy claras sobre que no queremos hacer, y estas son: pegar, gritar o castigar a nuestras hijas.
Nadie, absolutamente nadie en el mundo se merece que le peguen, mucho menos un niño indefenso, que además es lo que más queremos en este mundo, ¿verdad?
Al tener dos hijas con edades tan dispares (3 y 9) tenemos diferentes comportamientos con cada una, y las estrategias o truquillos que usamos nada tienen que ver, pero todos se basan siempre en el respeto hacia ellas como miembros del hogar de igual derecho que nosotros, la empatía y el cariño que obviamente les tenemos por ser nuestras hijas.
Laia es una niña, como yo digo, que está enfadada con el mundo, tiene carácter, mucho, y temperamento, más todavía… así con ella tenemos paciencia infinita para explicarle porque no puede, por ejemplo, salir a la calle en marzo con un vestido de tirantes (sí, lo quiso hacer esta mañana) y hacerlo de tal forma que no monte en cólera y le salgan llamas por detrás de la diadema que se ha puesto ese día.
Antes gritaba mucho, y aun a veces lo hace, pero utilizando pequeñas frases con ella como: si me lo dices gritando no te escucho, que dice lo mismo, pero suena diferente al típico: no me chilles (si puede ser gritando también) hemos conseguido que no grite tanto.


Técnica de distracción dibujando en la servilleta de un bar para evitar que siga montando un escándalo porque quiere comerse el segundo helado de la tarde... 

El humor y las cosquillas son fundamentales para resolver pequeñas o grandes rabietas que todo niño pequeño tiene a lo largo del día por incoherencias varias (típico de una rabieta) y que convierten las lágrimas en risa descontrolada ¡por arte de magia! Y lo relajaditos que se quedan después, ¡maravilloso!
Y he de decir que con la mayor el truco de las cosquillas funciona igual de bien que con la pequeña. Un enfado por lo que sea, le atacas con cosquillas, y ¡adiós enfado!
Siempre intentamos con cariño acercarnos a que nos expliquen qué les pasa, por qué están enfadadas, o por qué lloran. Normalmente nos mandan a la m… la primera vez, o se enfadan más. Pero ahí estamos insistiendo y diciéndoles que cuándo quieran decirnos que les pasa estaremos ahí para escucharlo.


A veces una acaba gritando por pura supervivencia, es cierto, ¿no me oís desde vuestras casas? Pero ver como se pelean por una completada bobada (para mí, que no para ellas), y como van gritando cada vez más o incluso como llegan a las manos, me enfada de tal forma que termino gritando, lo cual, efectivamente no sirve para nada.  A mí, sinceramente, se me pasan las ganas de gritar a mi hija cuando llorando y sufriendo me dice: no me grites.  Nunca, nunca les pego, y en muy contadas ocasiones las he amenazado con hacerlo, de lo cual también me arrepiento al segundo pensando eso de: nunca digas algo que no vas a hacer.

Michelle ya va teniendo una edad en la que razonar con ella es más fácil que con su hermana, aunque cuando está muy enfadada es difícil igualmente; yo dejo que diga lo que quiere, la escucho, y luego la pido que se calme. A veces tarda 5 minutos y a veces media hora. Y cuando ya está calmada intento razonar con ella, a menudo acaba entendiendo el asunto, y cuando no es así… ¡guerra de cosquillas!
Tampoco hay que confundir esto de la ausencia de castigos y azotes con una falta de normas en casa. Tienen que saber lo que está bien y lo que está mal, y que en una convivencia en casa hay unas normas que todos debemos cumplir, que hay cosas que no se pueden hacer por nuestra salud (sí, lo del vestido nuevamente), que las tareas no son solo cosa de mamá y papá, etc. Esto, acompañado de esas muestras de cariño y respeto hacia tu hijo harán que poco a poco vayan adquiriendo habilidades que les serán de ayuda fuera de casa para resolver conflictos.



Hay mucho camino por recorrer, esto de la educación es una carrera de fondo dificilísima, un constante de aprender y re aprender; cada niño es un mundo con sus peculiaridades y debemos siempre intentar entender su mundo interior, y saber y tener claro que su pensamiento siempre va a ser diferente al nuestro (de ahí lo importante de ponernos a su altura para hablar con ellos) por ser niños. 

Google imágenes

Yo solo soy un bebé en pañales en esto de la disciplina positiva, pero cada día aprendo algo nuevo y ellas me enseñan con sus abrazos y besos desinteresados que con cariño, paciencia y empatía podemos lograr lo que queramos, ladies. ¡Lo que queramos!
Y hoy termino con un pequeño texto muy bueno, y si has llegado hasta ahí va un aplauso de la Chapas de España.

‘Es sencillo…
Fijaos en los niños.
Aman sin dudar.
Abrazan sin avisar.
Besan inesperadamente.
Escriben en las paredes.
Comparten muchas veces sin pensar en nada.
Mucho tenemos que aprender de ellos.’

¡Hasta más ver!

Yess
Chapas al cuadrado




¡Buenas!


¿Pero qué es esto? Viernes y yo sin publicar receta esta semana, mal empezamos. Creo que el viento y viruses varios nos han tenido entretenidos por aquí y me ha sido imposible sentarme antes a redactar esta delicia que os voy a enseñar.
No os lo creáis, es que el menú de esta semana era bastante aburrido, y no era plan de ponerme a explicar como se hace un plato de legumbre (aunque tiene sus truquillos para chuparse los dedos, he de decir) o una tortilla francesa. Pero anoche para cenar tenía yo preparado un as bajo la manga y me dije, pues esta, venga.
 Si hay una cosa que me gusta cuando estoy navegando por estos mundos de las redes sociales es ver vídeos de recetas y seguir cuentas en Instagram que hablen de comida. Guardo y guardo y miro y remiro publicaciones, y que se me pasan las horas muertas, oye. Desde hace ya bastante tiempo estoy luchando por eliminar en casa ciertos ingredientes o alimentos poco saludables o perjudiciales para la salud, como el azúcar, el gran enemigo del S.XXI dentro de nuestras cocinas, y que con ese sabor dulce nos hace la envolvente para engancharnos y destruirnos por dentro después. Pero no vengo a hablar de eso, que si estáis un poco al día en cuestiones de alimentación y nutrición ya sabréis que es lo que tenemos y lo que no tenemos que comer.
Y la receta de hoy, una cosa sencillísima de hacer, la he sacado de una de esas mil quientas cuentas que sigo en Instagram, @latoneira, en este caso. Id, os gustarán sus recetas, seguro.

Os explico, son una bolitas de brócoli, patata (su receta lleva zanahoria, pero no tenía y no eché) y queso bien ricas a modo croquetas mega raras y bastante diferentes. Tomad nota, cocinerillas mías:

Ingredientes:

200 gr. de brócoli
200 gr. de patata
100 gr. de zanahoria (podéis echar o si tenéis la cabeza en las nubes como yo, y se os olvida comprar, no echarlas)
50 gr. de queso rallado
50 gr. de copos de avena
1 huevo
Ajo y cebolla en polvo
Sal y pimienta.


1. Lo primero que hay que hacer es cocer al vapor las verduras cortadas en trocitos.



 2. Cuando están cocidas las machacamos con un tenedor y empezamos a añadir ingredientes, el huevo, las especias, el queso y removemos.



3. Y cuando ya tenemos todo mezclado vamos incorporando los copos de avena poco a poco.


4. Tapamos y dejamos reposar en el frigo una media hora. yo lo tuve desde mediodía hasta la noche...
Y una vez reposado empezamos a hacer las croquetillas con la mano y las vamos pasando por copos de maíz triturados. Podéis poner pan rallado, pero a mi me gustan más los copos porque le dan un toque crujiente buenisisimo. Esta es la textura que más o menos dejé yo con el robot. Tampoco lo pico demasiado porque sino no se queda crunchy.


5. Las vamos colocando en un plato y por último las metemos al horno precalentado a 180º hasta que estén doraditas. En mi caso las hice en la freidora sin aceite que he comprado recientemente y con la que tengo intención de casarme próximamente... 

El antes...

Y listas para comer!


Que, no diréis que no es fácil, ¿eh? Otro día las probaré con zanahoria a ver qué tal, seguro que también están deliciosas. ¡Nos vemos! 😋


Yess
'La Chapas y cocinillas.'